Lo que más desea un padre es que su hijo crezca y se desarrolle con buena salud, eso nadie lo duda. Pero también es importante saber que es durante los primeros años de vida cuando nuestro sistema inmunitario se encuentra en proceso de aprender a defender el organismo frente a virus y bacterias que atacan nuestro cuerpo, y una de esas defensas son las anginas.
Las anginas, también conocidas como amigdalitis, es uno de los primeros motivos de consulta pediátrica, además de una de las causas más frecuentes de cirugía infantil. Pero en la actualidad no existe un criterio unánime a la hora de decidir qué niños podrían beneficiarse de la extirpación de las anginas. Según esto, mucho padres se preguntarán entonces ¿cuándo debo operar a mi hijo de las anginas?.
Es verdad que hace algunos años se eliminaban sin ningún tipo de problema, al mínimo indicio de inflamación, pero recientemente este entusiasmo ha ido decreciendo debido principalmente a que, al contrario de lo que se cree popularmente, las anginas cumplen una importante misión como parte del sistema inmunitario de nuestro organismo.
¿Qué son las amígdalas?
Las amígdalas son masas de tejido linfoide; es decir, que sus funciones están relacionadas con la limpieza y la defensa del cuerpo humano, ya que contienen células que producen anticuerpos útiles en la lucha contra infecciones. Tienen forma ovalada, son carnosas y de tamaño grandes, estando situadas en la pared lateral de la parte más posterior de la boca, a cada lado de la garganta.
Por tanto, la amigdalitis o anginas, es la inflamación de estas masas. Existen muchas causas, virus y bacterias altamente contagiosas, para la amigdalitis, siendo la bacteria Streptococcus pyogenes la causa más común de la amigdalitis. Pero también puede ser causa de amigdalitis el Citomegalovirus o el virus Herpes simple.
Debemos saber que tener las anginas inflamadas es algo muy normal en los niños pequeños. Si nuestro hijo tuviera anginas, notaríamos que presenta fiebre alta, dolor de garganta intenso (que podría también influir en los oídos, dificultando el abrir y cerrar la boca), dificultades para tragar y dolor de cabeza. Si le pedimos que abra la boca, podríamos ver cómo su garganta se vuelve de un color rojizo, pudiendo observar unas anginas muy grandes, sensibles al tacto y al contacto con los alimentos o los líquidos, y recubiertas por placas (unas manchitas o puntos de color blanco-amarillento que recubren la superficie de las amígdalas).
Tratamiento
En la mayoría de los casos, los niños que presentan amigdalitis o bien remiten de forma espontánea (en especial en niños menores de tres años) o, en caso contrario, reciben un tratamiento a base de antibióticos que suele funcionar bastante bien, no siendo preciso plantearse la cirugía para su eliminación permanente.
No obstante, cuando el pequeño no supera aproximadamente seis episodios repetidos de anginas habiéndose tratado con antibióticos y siguiendo las indicaciones del médico pediatra durante un año, se suele recurrir al especialista para que evalúe la gravedad del caso y concluir si el niño precisa una intervención quirúrgica o no. Es muy importante comprobar que la inflamación es de origen bacteriano y que se ha tratado correctamente con medicamentos.
Por otro lado, los problemas de obstrucción respiratoria, causados por un crecimiento exagerado de las amígdalas, también son causa de preocupación para los padres, y también suelen preguntar a los médicos si es idóneo operar a sus hijos. El aumento del tamaño de las amígdalas ocasiona que el niño ronque, pueda tener apnea obstructiva del sueño o dificultades al tragar. No obstante, debe ser el especialista siempre quien valore si el tamaño de las anginas es en verdad demasiado grande o puede considerarse normal.
Esta duda referente al tamaño de las anginas radica en que éstas son relativamente más grandes durante los primeros años de la vida. Por ello se suele aconsejar a los padres posponer la cirugía hasta los cinco o seis años, ya que es cuando suele darse una disminución del tamaño de las anginas.
Entonces… ¿cuándo se opera?
Actualmente la tendencia es operar sólo cuando es estrictamente necesario, dando prioridad a aquellos casos que no responden a los medicamentos, aunque entre comunidades autónomas el criterio también difiere.
La operación de anginas, llamada amigdalectomia, no dura más de 5 minutos, pero nuestro hijo deberá permanecer una media hora en quirófano para llevar a cabo el proceso quirúrgico necesario. Generalmente se podrá ir a casa de alta el mismo día, pero en ocasiones se recomienda la hospitalización mínima hasta el día siguiente para observar la evolución.
Si se han dado puntos de sutura, el pequeño podrá comer con total normalidad; en caso contrario, deberá seguirse una dieta especial. Además, en ambos casos, se recomienda evitar las comidas calientes y duras (¿os acordáis cuando nos decían nuestros amigos que se operaban de anginas que no paraban de darles helados después de la operación?).
A lo largo de la primera semana después de la operación se llevarán a cabo controles médicos para comprobar que todo ha ido según lo previsto. Poco a poco el niño empezará a recuperar el apetito y normalizará el sueño; además, al haber cambiado la resonacia de la boca al extraer las anginas, la voz también se irá normalizando poco a poco.
En conclusión, podríamos decir que ante la pregunta que se plantean muchos padres sobre ¿cuándo debo operar a mi hijo de las anginas?, la respuesta es la siguiente: cuando el médico lo considere extrictamente necesario, ya que las amígdalas cumplen una función muy importante en nuestro organismo, y no hay que olvidar que la salud de nuestros hijos es importantísima.
¿Cuándo puedo operar a mi hijo de las anginas?
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