Colchón y sabanas para la cuna Tan importante como elegir el modelo de cuna es acertar con el somier y, sobre todo, el colchón. Ambos deben haber sido diseñados específicamente para el modelo que hayamos elegido, porque así nos evitamos que queden huecos u holguras peligrosos. Si elegís una cuna con una tamaño no habitual o con forma circular, aseguraos de que el fabricante os pueda proporcionar también el colchón, así como la ropa de cama.
El somier será sólido, rígido e indeformable y en cuanto al colchón para la cuna, éste ha de ser firme –nunca blandito– resistente y transpirable. Se recomienda un espesor de 3-4 cm si está destinado a recién nacidos, y de 6 centímetros si es para niños de entre dos y tres años. En cualquier caso, no más de 10 centímetros. Y a ser posible, nuevo: los heredados se suelen deformar en determinadas zonas por el peso del bebé anterior.
En cuanto a los materiales, los hay para todos los gustos y bolsillos: de fibra de coco, de muelles, de material viscoelástico, de látex 100% natural o látex, de diferentes tipos de espuma con aireación (puede ir sola o con una capa de látex o viscoelástica que aporta más confort), de gel (material transpirable, no se altera con los cambios de temperatura) o de soja (ecológico, hipoalergénico y transpirable)… Al colchón de cuna le podemos poner, si no la traen, una funda extraíble que habrá que lavar con frecuencia o un buen empapador.
Ahora, sólo queda elegir la ropa de cama para la cunas: colocar la chichonera, una sábana bajera que se ajuste bien, y una mantita de algodón, edredón fino o pijama saco para asegurarse de que no se destapa. Prohibidas las almohadas hasta que cumpla un año, nada de juguetes grandes ni peluches dentro de la cuna y el bebé, mirando siempre boca arriba para evitar el síndrome de muerte súbita del lactante.
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